Grandes personajes olvidados granadinos IV: Álvaro de Bazán

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12 Nov 2025

Descubre la historia de Álvaro de Bazán, el gran marino español del Siglo de Oro, nacido en Granada, que jamás perdió una batalla y fue el cerebro detrás de la Armada Invencible.

Álvaro de Bazán: el marino invicto que hizo temblar a Inglaterra

Entre uno de mis múltiples trabajos en mi vida, fue la de marinero, un trabajo duro, pero a la vez gratificante, la mar siempre te devuelve tu sudor, con bellas experiencias navales.
Mis compañeros originarios todos de lugares con puerto, se mofaban de mi procedencia de interior con montaña y vega, yo sólo les contestaba con un nombre…Álvaro de Bazán, y el silencio se hacía unánime.
El granadino que nunca perdió una batalla. En una época en la que los mares eran campos de guerra y los barcos, fortalezas flotantes, Álvaro de Bazán fue el estratega perfecto, el héroe silencioso del Siglo de Oro español y nuestro ilustre personaje olvidado al cual, le dedico este blog.

Nació en Granada (sí, como conté, en plena tierra de montaña y no junto al mar) en 1526, aunque su familia era de marinos ilustres de El Viso del Marqués (Ciudad Real). Su padre, también llamado Álvaro de Bazán, apodado el viejo, era un veterano de las guerras del Mediterráneo contra los turcos. Así que el joven Bazán no aprendió a nadar en la playa, sino entre mapas, cañones y el olor a pólvora de los astilleros reales.

Granada, la cuna del invencible Álvaro de Bazán

Pocos saben que el gran almirante Álvaro de Bazán, aquel marino invicto que soñó con conquistar Inglaterra, era granadino de pura cepa. Nació el 12 de diciembre de 1526, en pleno corazón de la ciudad, en una elegante casa solariega situada donde hoy se levanta la Plaza Isabel la Católica, allí se erigió el palacio de los Bazán y el convento de Sancti Spiritus, fundado por su propia familia.

Los Bazán, cuyo apellido proviene del valle navarro de Baztán y ya en el siglo XII combatían contra castellanos, leoneses y musulmanes, habían llegado a Granada poco después de la Toma, con el abuelo del almirante al frente. Los Reyes Católicos premiaron su lealtad con tierras, huertas y casas junto al Darro, y su esposa, doña María Manuel de Solís, convirtió aquel rincón entre tintoreros y mesones en un auténtico palacete renacentista. Allí nació el futuro marino entre mármoles de Carrara, huertas perfumadas y el rumor del río Darro.

Aunque se marchó siendo niño —con apenas nueve años—, Granada nunca dejó de acompañarlo. Mantuvo propiedades en la ciudad y regresó varias veces, especialmente en 1553, cuando heredó la hacienda familiar. En su regreso también contrajo matrimonio con María Manuel de Solís y Benavides, su sobrina y heredera de la abuela granadina, lo que devolvió parte del patrimonio a la familia.

Durante la Guerra de las Alpujarras (1569), Bazán volvió una vez más, esta vez al mando de tropas y galeras en defensa de la Corona. Se dice que de Granada tomó prestada la Virgen del Rosario de Santo Domingo, la misma que llevaría en su nave La Loba durante la mítica Batalla de Lepanto. Desde entonces, esa imagen es recordada como la Virgen de Lepanto, símbolo de la devoción marinera granadina.

Hoy, la historia ha borrado casi por completo el rastro físico del palacio de los Bazán, pero su espíritu sigue flotando entre la Plaza Isabel la Católica y el río Darro.Allí, donde un día sonó el agua de las fuentes y el eco de los cascos de los caballos, nació el hombre que jamás conoció la derrota en la mar.

De Granada al mar: el nacimiento de una leyenda

Desde joven mostró un talento descomunal para la estrategia naval. A los 15 años ya comandaba su propio barco, y a los 25 era general de galeras. Su nombre empezó a sonar en todas las cortes europeas, no solo por su audacia, sino porque parecía tener una brújula interna que siempre lo llevaba a la victoria.
Fue el auténtico pionero de la guerra naval moderna: ordenó a sus hombres disparar los cañones en andanadas coordinadas, revolucionando las tácticas marítimas de su tiempo.

Sus grandes gestas (sí, hay unas cuantas)

 Lepanto, 1571: el día que el Mediterráneo cambió de color

En la Batalla de Lepanto, Álvaro de Bazán fue la pieza clave del triunfo cristiano frente al Imperio Otomano. Aunque el más famoso sea Miguel de Cervantes (que perdió allí su mano), Bazán fue quien salvó la flota aliada del desastre, reorganizando las líneas y asegurando la victoria.

 
Azores, 1582-1583: el marqués que domó el Atlántico


Entre 1582 y 1583, el marqués de Santa Cruz (título que le otorgó Felipe II) comandó la Batalla de las Azores, enfrentándose a franceses y portugueses sublevados.
 Su flota destrozó a los enemigos y consolidó el poder español en el Atlántico.
 Fue tan impresionante que, según cuentan las crónicas, los enemigos decían:
“Don Álvaro de Bazán, si entra en combate, la mar se calla.”

 La Armada Invencible (o el sueño que no llegó a ver)

El gran proyecto de su vida fue la Armada Invencible, la flota gigantesca que debía invadir Inglaterra en 1588. Él fue su principal diseñador, estratega y tenía muchas probabilidades de éxito… pero murió antes de zarpar, víctima de una enfermedad repentina.
 Cuando la flota partió sin él, todo se vino abajo.



Su muerte: el fin de un invencible

En febrero de 1588, mientras organizaba la flota en Lisboa, Bazán enfermó gravemente.
Los cronistas hablan de una fiebre intensa y agotamiento extremo, fruto de los años de campaña, del estrés continuo y de la presión titánica de dirigir la mayor operación naval jamás vista.
Tenía 61 años, y llevaba casi medio siglo sirviendo a la Corona sin descanso.
Aun enfermo, seguía dando órdenes desde su cama. Sus hombres lo visitaban a diario para recibir instrucciones, porque nadie más parecía capaz de organizar aquella colosal expedición. Pero su cuerpo ya no respondió.

 El 9 de febrero de 1588, en la ciudad de Lisboa, murió Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
Su muerte cayó como un jarro de agua fría sobre el rey Felipe II, que confiaba en él ciegamente.
Tanto, que al conocer la noticia exclamó:
“Dios me ha quitado al hombre que sabía más de la mar que todos los demás.”

Sin Bazán, la dirección de la Armada pasó al duque de Medina Sidonia, un noble leal, pero sin experiencia naval.
 El resultado fue catastrófico: la Armada Invencible sufrió tormentas, errores tácticos y descoordinación. Muchos historiadores coinciden en que, si Bazán hubiera vivido unos meses más, la historia de Europa podría haber sido muy distinta.



El marino que nunca fue derrotado

Lo más sorprendente es que, en toda su carrera, jamás conoció la derrota. Ni una sola batalla perdida en casi 40 años de servicio.
 Fue respetado por enemigos y aliados, y temido por piratas, corsarios y flotas enteras.
Felipe II, que no solía elogiar a nadie, dijo de él:
“Don Álvaro de Bazán nació sin miedo y murió sin mancha.”

Y aún hoy, su figura preside el Panteón de Marinos Ilustres en San Fernando (Cádiz), donde reposa junto a los héroes del mar.





¿Por qué deberías recordarlo en Granada?

Porque sí, Granada también tuvo un héroe del mar.
 En una ciudad rodeada de montañas y huertas, nació quien cambiaría la historia naval del mundo.
Su vida nos recuerda que el talento no tiene puerto fijo: uno puede soñar con océanos, aunque haya nacido junto a la imponente Sierra Nevada.
El marqués de Santa Cruz no solo dejó victorias. Dejó una nueva forma de entender la guerra marítima y el valor del honor. Su estatua en la Plaza de España de Madrid, obra de Benlliure, lo muestra con mirada serena y firme, como si aún oteara el horizonte.

En Granada, pocos recuerdan que uno de los marinos más célebres de España nació entre sus muros. Pero su espíritu, aventurero e invicto, encaja perfectamente con el alma de esta ciudad: valiente, orgullosa y eterna.
Así que la próxima vez que escuches el viento silbar por la Alhambra o el rumor del Genil al caer la tarde, piensa en Álvaro de Bazán, el que desde una montaña y por un río, descendió a la mar, para convertirse en el dueño de ella. Seguramente siga navegando ahora, entre las nubes de Sierra Nevada.



Curiosidades que molan sobre Álvaro de Bazán

- Nunca fue vencido: ni por los turcos, ni por los franceses, ni por los ingleses.
- Su palacio en El Viso del Marqués (Ciudad Real) es una joya renacentista decorado con frescos que narran sus victorias en el mar y es sede actual del Archivo General de la Marina Española.
- fue amigo personal de Miguel de Cervantes, quien lo menciona en el Canto de Calíope y en El Quijote como ejemplo de honor y valor. También le dedicó versos, llamándolo “Aquel gran marino que nunca fue vencido”.
 
- Su lema personal: “No desmayar, ni aun muerto.”

Consejos para seguir su rastro

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Preguntas frecuentes

¿Dónde nació Álvaro de Bazán?
 Nació en Granada, en 1526, en el seno de una familia de marinos.
¿Por qué se le llama “marqués de Santa Cruz”?
 Porque Felipe II le concedió el título tras su victoria en Lepanto y Azores.
¿Llegó a comandar la Armada Invencible?
 No. Murió en 1588, poco antes de que zarpara. Muchos historiadores creen que, con él al mando, el resultado habría sido diferente.
¿Dónde se conservan sus restos?
 En el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, Cádiz.
¿Por qué se le considera invicto?
Porque en más de cinco décadas de servicio no perdió ninguna batalla naval, una hazaña única en la historia marítima europea.
¿Qué lo hace tan especial?
Su inteligencia táctica, su liderazgo humano y su capacidad de unir honor y eficacia en un tiempo donde el mar era el gran campo de batalla.



Epitafio marinero

“Aquí yace Álvaro de Bazán,
 que en mar y en tierra no conoció derrota.
 Granada lo vio nacer,
 el océano lo hizo eterno.”


Fuentes consultadas:





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